viernes, 30 de diciembre de 2016

30 DE OCTUBRE 1.936, LA PRIMERA MASACRE DE LA AVIACIÓN EN MADRID


[...]     El verdadero terror llegó el día 30 de octubre de 1936, cuando los muertos y heridos pudieron  contarse por decenas. Una vez más se atacó Getafe, pero a diferencia de otras ocasiones las bombas no cayeron en la base aérea o en los campos circundantes sino en el casco urbano, sin interés militar, alcanzando una escuela, con el resultado espeluznante  de 60 niños muertos. Pocos datos hay de esta masacre, por una serie de factores; Getafe cayó ante las tropas franquistas a los pocos días, el 4 de noviembre, coincidió con el primer bombardeo de alta mortandad en la capital y también con el inicio de la conocida como Batalla de Madrid.

  La ciudad continuaba su vida cotidiana, sin ser consciente de la inminente llegada de las fuerzas enemigas, en la prensa se hablaba aún del “sector del Tajo”, cuando se combatía un buen trecho dentro de la provincia de Madrid, muestra de esa falta de la noción de peligro son las actas municipales. Ese día, por ejemplo, los acuerdos de la corporación municipal, que cuentan todavía con la firma del Alcalde, Pedro Rico, tratan sobre temas de gestión educativa, se aprueba tras propuesta previa de la Inspección profesional del Distrito de Congreso de crear una nueva plaza de maestro para el grupo escolar Amador de los Ríos, que pedía en consecuencia autorización para efectuar la compra del material pedagógico necesario y se aprueba, además, facilitar el mobiliario necesario para ubicar a los nuevos alumnos, que se sufragará al cincuenta por ciento entre el Municipio y el Estado[1].

  Ese penúltimo día del mes, los aviones volaron a gran altitud para evitar su detección, las bombas cayeron pues sin buscar un objetivo preciso, desparramadas por el centro de la ciudad[2],entre la calle de la Luna al norte y la puerta de Toledo al sur, a diferencia de anteriores ataques este se realizo a plena luz del día, en horas de total actividad: cerca de las cinco de la tarde, alcanzando un autobús lleno de pasajeros y una cola frente a una tienda de alimentación, lo que explica tan alta mortandad. El informe policial finaliza indicando una suma total de 57 muertos y 255 heridos, un total de 312 bajas, si bien un estudio detallado de éste nos aporta un sustancial cambio de cifras, siendo 58 fallecidos y 270 heridos, un total de 328 víctimas, pero ahí no queda el asunto, pues el cruce de estos datos con los obtenidos de revisar las fotos de los cadáveres ingresados ese día en el depósito judicial de Madrid[3] se pueden obtener datos que cuadran totalmente, a saber:

  El número definitivo de muertos del día 30 sería de 75, lo que no sería contradictorio con los datos del informe policial, pues en él aparecen los datos de muertos y heridos en diversos establecimientos sanitarios de la capital, entre ellos 7 heridos diagnosticados como “gravísimos”, que probablemente fallecieran en las horas siguientes, lo mismo podría haber pasado con otros heridos cuyo diagnóstico no se señala en el informe[4], con lo que las cifra cambiarían a 75 muertes y 253 heridos, al pasar 17 personas del segundo estado al primero, manteniéndose la cifra total resultante en 328 bajas. Con lo que, en Madrid capital, en la última semana de octubre de 1936 y según partes de la policía urbana el número de víctimas de los bombardeos de la aviación franquista fue:


Día

Muertos

Heridos

Víctimas

23
   -
13
13
27
   -
14
14
30
75
253
328

Total

75
280
355


A los que habría que añadir los 60 niños muertos en Getafe, con lo que tendríamos 135 muertos y  280 heridos[5], un total de 415 bajas civiles[6], que suelen ser obviadas[7] a la hora de calcular a las víctimas por bombardeo habidas en Madrid durante el asalto frontal, las tres primeras semanas de noviembre de 1936 cuando son evidentemente computables como parte de un mismo todo:  los bombardeos intimidatorios de la aviación franquista sobre la retaguardia madrileña, con objeto de desmoralizar a la población civil y a los combatientes locales, que verían inútil su lucha en las trincheras de la periferia, los suburbios o la propia ciudad para defender a sus familias del ataque aéreo y artillero[8], y obligar a la rendición de la plaza para poner fin al sufrimiento de sus habitantes.


  Lo que no se puede poner en duda es que la decisión de bombardear Madrid provenía directamente del Cuartel General de Franco[9], como reconoció en fecha tan temprana como 1945 Alfredo Kindelán, que fue el Jefe de la aviación franquista durante la guerra y promovió la candidatura de Franco como jefe único y Generalísimo[10].
  Literalmente dice:  Franco ordenó un ensayo de actuación desmoralizadora de la población mediante bombardeos aéreos. Hubo que desistir de ellos al comprobar que para los dirigentes extranjeros[11] la destrucción de Madrid, más bien les alegraba que les disgustaba. A nosotros bien nos dolía en cambio, ya que operábamos en nuestra propia carne. Por ello Franco renunció a este medio, que nos hubiera conducido a la conquista de Madrid, pero de un Madrid en ruinas[12]”.

   Sin embargo, estos reparos a dañar la ciudad no impidió su constante bombardeo artillero, y hay que tener en cuenta, que tras fracasar el asalto directo a Madrid, la aviación de bombardeo nacionalista fue trasladada a operar sobre el frente norte, con lo que como poco se puede sospechar que si hubieran dispuesto de medios aéreos suficientes, probablemente se habría continuado la campaña aérea sobre la capital.
  Ese mismo día y los siguientes la prensa dedicó buena parte de sus titulares y editoriales a la masacre, si bien en ningún caso se dieron cifras, ni tan siquiera aproximativas, de víctimas, se habló de “salvajada”, “barbarie fascista”,”gran hazaña de los traidores”, “peor que las fieras” y expresiones similares, destacando la intervención de aviones extranjeros para atacar a la población civil española, en flagrante contravención del pacto de no intervención.

La misma noche del 30, el vespertino “Heraldo de Madrid”, trataó brevemente el ataque: “Los traidores no pueden dar la cara, sólo saben agredir a traición” titulaba, y en un sucinto breve relataba lo sucedido: “En la tarde de hoy han volado sobre Madrid algunos aparatos facciosos, que dejaron caer varias bombas, cuyos efectos no se han podido todavía localizar”[13]. El día 31 el mismo diario dedicó grandes espacios de su portada a abordar el tema, una ilustración muestra un bosque de puños que se alzan al paso de un avión con el texto “¡Hay cosas que hacen levantar el puño hasta a los más indiferentes!”, destacando el impacto del bombardeo sobre la opinión pública británica, tal vez con la esperanza de que este hiciera cambiar su política exterior respecto a la guerra civil, un escrito de investigadores, científicos y escritores afirmaba que actos como el del día 30 colocaban a sus responsables fuera de toda categoría humana. Desde unos días antes y en adelante se destacaría habitualmente en toda la prensa la diferencia entre la forma de actuar de las dos aviaciones, y se informaba de las órdenes del ministro de Marina y Aire a la aviación republicana para atacar sólo objetivos militares[14]. Desde ese día, los partes del citado ministerio comenzaron a apostillar las acciones de su aviación con frases del estilo “todos los ataques que realiza nuestra aviación se limitan a aeródromos y posiciones enemigas, absteniéndose de lanzar proyectiles sobre las zonas urbanas de las poblaciones”[15]. Como muestra de ello en la prensa se hizo gran eco de los ataques sobre los aeródromos nacionales de Sevilla, Salamanca y Talavera[16].

  Desde los periódicos madrileños se trató de canalizar la rabia causada por el ataque, para reforzar la moral de combate de las tropas y aumentar el rechazo de los civiles hacia los agresores con frases como:

  “Mujeres y niños, carne de nuestra carne, seréis vengados. Combatientes: al otro lado de las trincheras es donde la canalla enemiga aguarda la consumación justiciera de nuestra implacable venganza.”[17]
 “Los asesinos vuelan sobre Madrid”. “Castigo implacable para los asesinos de nuestros niños y nuestras mujeres. El pueblo de Madrid debe fulminar su justa cólera contra los bárbaros que quieren aniquilarlo.”[18]

  “Ninguna salvajada del enemigo puede inducirnos a sorpresa.”[19]

“Todo Madrid, indignado por la salvajada fascista de ayer. Católicos, comerciantes testimonian al Gobierno su adhesión.”[20]

  En el mismo diario se consideró necesario recordar como actuar ante la alarma aérea “Cuando las sirenas avisen el peligro, todos los ciudadanos a los refugios”, ante la incipiente costumbre de muchos madrileños de preferir observar las evoluciones de los aviones a ponerse a cubierto en los refugios, cuestión que iría a mayores cuando en las semanas siguientes empezaran a entablarse combates aéreos sobre los cielos de Madrid. [...]




[1]              Archivo de la Villa, Inventario General Tomo 104. Sección de Gobierno Interior y Personal, pág 198.
[2]            A.H.N, C.G., Madrid.  El parte policial (Policía Urbana) señala los impactos en las siguientes direcciones:
                 C/ Fuencarral frente al  nº103, C/ de la Luna nº 11, C/ Preciados esquina Pza. del Callao, C/ Bordadores frente al nº 7, C/ del Nuncio frente al nº3, Cine Toledo (en la calle homónima), Parque del Servicio de Incendios de la Puerta de Toledo, C/ Mesón de Paredes frente al nº17, C/ de la Esgrima frente al nº9, C/ de Jesús y Maria; C/ de la Espada frente al edificio de la Gota de Leche, C/ Dr. Cortezo esquina Pza. del Progreso (actual Pza. de Tirso de Molina), C/ Carretas finca nº41.. Son 13 direcciones, por lo que no sería aventurado afirmar que se trató de entre uno y tres bombarderos trimotores Ju-52 o Savoia-81, pues a esas alturas de la guerra eran habituales las bombas de 50, 100 y 200Kg y la capacidad de carga de éstas en ambos modelos rondaba los 1.000 o 1.200 kg.
[3]              A.H.N, C.G., Madrid, fotos individuales de cadáveres con fecha del 30/X/36 a enero de 1937. Hay que señalar que esas fotos pertenecen claramente a cadáveres de víctimas de bombardeos, por otro lado, si fuesen víctimas de la represión el la retaguardia republicana no se encontrarían catalogadas en ese legajo encabezado, como los demás de los que hemos manejado información como “Fotografías o cuestiones inoperantes o sin autenticidad, en relación con lo dispuesto por decreto 26 de Abril de 1.940”, lo que indica que no se deben tener en cuenta para las investigaciones de la “Causa General”. Bajo el mismo encabezamiento aparecían, por ejemplo fotografías de los daños a inmuebles causados por los bombardeos en Madrid, Valencia, Albacete y otras ciudades republicanas.
[4]              Hay varias personas de las que se indica que por su estado no se les pudo tomar la filiación. En unas casa de socorro se tomó filiación completa (nombre, apellidos y dirección)  y se hizo constar diagnóstico, en otras consta la filiación pero no el diagnóstico y en un tercer grupo, filiación parcial (sólo nombre y apellidos) y diagnóstico y en el Hospital de Beneficencia Provincial ingresaron 85 heridos, de los que 15 fallecieron a los pocos momentos sin que conste dato alguno de los 85.
[5]              Montoliú, Pedro, Op. Cit, pág 174 da la cifra de 160 madrileños muertos y 269 heridos por bombardeo durante el mes de octubre, pero no señala la fuente de los datos, el total es de 429 bajas, muy similar a nuestras cifras.
[6]              En realidad no aparece indicada la condición civil o militar de ninguno de ellos, pero cuando se trataba de milicianos, soldados o guardias solía hacerse constar, y en ese día la mayoría de los combatientes estaban en el frente, aún a 15 o 30 kms de Madrid no localizándose ningún acuartelamiento en las direcciones donde cayeron las bombas, por lo que de haber habido bajas militares,  hubieran sido meramente casuales.
[7]              Por ejemplo en la enciclopédica Guerra aérea 1936-1939, de Jesús Salas Larrazábal, cuyos datos son tomados literalmente, erratas incluidas y sin citar fuente, por Pío Moa para minimizar los resultados de los bombardeos franquistas, en la que se detallan minuciosamente las acciones de la aviación nacionalista y se omiten los hechos del 30 de octubre.
[8]              A los pocos días la artillería nacional tendría a la capital en el radio de acción de su fuego, y a él la sometería los siguientes 30 meses.
[9]              Es habitual en la historiografía franquista que se trate de justificar los bombardeos, de Guernica por la Legión Cóndor alemana en abril de 1937 y los bombardeos masivos de Barcelona por la Aviación Legionaria  italiana en marzo de 1938, como acciones autónomas de estos cuerpos, que habrían desobedecido las instrucciones de Franco o actuado sin consultarle.
[10]            Kindelán, Alfredo. Teniente General del Ejército. Mis cuadernos de guerra 1936-1939. Madrid, 1945. Ed. Plus Ultra, págs 33, 34 y 36. Y eso que esta edición fue censurada, por considerarla crítica en exceso con ciertas decisiones militares de Franco durante la guerra, por lo que no puede considerarse la inclusión de este comentario como algo censurable en la España de 1.945.
[11]            Se refiere a los soviéticos, que, a su entender,  regían los designios de la España republicana.
[12]            Así justifica lo que el llama “el desistimiento de Madrid”, una forma eufemística de reconocer su incapacidad para tomar la ciudad.
[13]            Contrasta los escasos datos aportados en el breve, con lo rotundo del titular, no es caso único en los diarios de esos días, lo que parece señalar un cambio precipitado en las consignas acerca de cómo abordar los bombardeos, pasando de tratar de minimizarlos a destacar su relación con la violación de la no intervención y su intención de atacar a los civiles en la retaguardia.
[14]            En semanas anteriores se había hablado abiertamente de los ataques aéreos republicanos sobre Oviedo y Huesca, por ejemplo, claro que efectuados por escasos y obsoletos aviones de preguerra, con el incremento de la fuerza aérea franquista, la aviación republicana se inclinaría a una postura defensiva, basada en la aviación de caza y su fuerza de bombarderos sería considerablemente menor que la de aquellos.
[15]            Servicio Histórico Militar. Partes oficiales de guerra 1936-1939..Tomo II, Ejército de la Republica. Madrid 1.978. Ed. San Martín, pág 99.
[16]            Efectuados por los recién llegados bombarderos de fabricación soviética Tupolev SB “Katiuska”, cuya exitosa actuación inicial fue rápidamente contrarrestada por la aviación de caza enemiga.
[17]            Ahora 31-X-36.
[18]            La voz  31-X-36 y 1-XI-36.
[19]            El socialista 31-X-36.
[20]            Mundo Obrero 31-X-36.

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